Cómo empezar una
historia que ha durado 5 años, cómo empezar a reconocer una mentira
sostenida por tanto tiempo, cómo asimilar que los buenos momentos ya
no pueden tapar los malos, cómo reconocer y reconocerme como una
persona maltratada psicológicamente sin que el mundo se me venga
encima, cómo reconcerlo sin ser juzgada y criticada, cómo salir de
esta sin machacarme ni sentirme culpable, cómo voy a poder
verbalizar que una de las personas que más quería se ha convertido
en una de las pocas personas a las que odio, cómo mirar hacia atrás
para aprender y poder sacarme las espinas que se quedaron por el
camino.
Capullo, pedazo de
mierda, manipulador, asqueroso, comeollas, lavacerebros, agresor,
maltratador, escoria, basuro, despojo, deshecho, te odio, te odio con
todas mis fuerzas, pero ese odio no me va a consumir, ese odio me
está haciendo fuerte.
Podría enumerar todas
las veces en las que me has hecho sentir una mierda, pero son tantas
que seguro que no podría contarlas todas, aun así lo voy a
intentar. Podríamos empezar por el principio, cuando X, tu yo
estábamos juntxs, debí haberme dado cuenta entonces, a X la
tratabas bastante mal pero tu decías que era mutuo, que ella era
mala malísima y entocnes te creí, como tantas otras veces. Me dejé
arrastrar por la pasión y por el enamoramiento, cegando mis
convicciones feministas. También recuerdo tus jueguitos de llamarme
zorra y puta, y el rollo de “te gusta zorra, eh?” mientras
teníamos relaciones sexuales, que más tarde corté al darme cuenta
de que me daba asco y recuerdo tu cara de flipe de cómo no te va a
gustar si antes te encantaba, pues nunca me gustó pedazo de capullo.
Nuestra relación empezó como una relación abierta, que era lo que
yo quería, pero tú no, tú solo querías usar eso para tu propio
beneficio, pero al ver que no ligabas empezaste a cerrar la relación
de manera sutil. En realidad te fue bastante fácil, nos expulsaron
del espacio donde vivíamos, nos peleamos con todo el mundo y eso
sirvió para creernos que éramos un equipo (lxs dos solxs contra el
mundo). Corté relaciones, algunas están bien donde se quedaron,
otras las recupero después de haberlas echado de menos.
Nos vinimos a vivir a mi
ciudad, donde tú no conocías a nadie, eso era perfecto, porque
entonces yo era la única persona que tenías y podías aferrarte a
eso para absorberme y no soltarme, siempre se te dio bien hacerte la
víctima y decir que todxs te odian con tal de refugiarte en mí, te
aprovechaste de mi apoyo incondicional al que más tarde renunciaría
y que me reclamaste como si formara parte de un contrato. En esos
primeros momentos vivíamos nerviosxs, o yo por lo menos, que te
persigan y ataquen lxs nazis puede crear paranoia, y yo la tenía,
veía nazis por todas partes, cualquier tío calvo era un nazi. Pude
superarlo, pero desde luego no gracias a ti, que no parabas de reirte
de mi y de ridiculizar mis miedos, haciéndote el valiente y el muy
macho. Yo no tenía que preocuparme por nada, tú estabas allí para
protegerme y ser el macho alfa, gracias por enfrentarte a mis
problemas por mí, así nunca tendré que afrontarlos sola. Más
tarde vinieron tus amores virtuales, por llamarlos de alguna manera,
internet llegó a nuestra casa y todas las noches te pillaba mirando
porno o chateando de manera sexual; a mí me sentaba fatal, no tanto
por celos sino por tu consumo compulsivo de cuerpos estereotipados a
través de la red, no estoy en contra de los encuentros sexuales a
través de internet pero sí del porno, además lo tuyo era a diario
y te hacía descuidar nuestra relación, y no lo digo por el sexo,
sino porque estabas más arisco, más rancio, y como te acostabas tan
tarde luego no hacías nada por las mañanas. Empezamos a vivir con
un chico muy majo con el que encontré buen filin, y, entonces no me
daba cuenta, pero ahora todo cuadra, cuanto mejor me llevaba con él
peor estabas tú, sin motivo aparente. De mi mejor amiga en esa época
también tenías celos, no lo niegues, tu acercamiento a ella y tu
intento de meterte en medio de nuestra relación me parece sucio y
asqueroso.
Esa etapa acabó de forma
desastrosa, en este caso no era por ti, había enemigxs más grandes
a lxs que enfrentarse, y a ti eso te encantaba, mientras perdía mi
tiempo en la guerra no podía ver mi “pequeña” batalla contra
ti. Nos cambiamos de barrio, de casa, de amigxs, nuestro círculo
cambió, todo parecía ir bien. Intentaste acoplarte en todos mis
círculos, hasta con mis compas del grupo de mujeres. Tu violencia
sutil ya estaba instaurada y yo no era capaz de verla, quizás hubo
unos meses de tregua, menos intensa, pero lo veo claro, era parte de
la estrategia (“te trato mal, te chantajeo, y ahora que te das
cuenta de algo suelto un poco la cuerda y te pido perdón, ya volveré
a hacerlo más tarde cuando tengas la guardia baja”). La presión
sobre mí volvió cuando nos quedamos sin casa, estuvimos en el limbo
uno o dos meses hasta encontrar un nuevo hogar que durara y que sería
el último que compartieramos para siempre. Entre casa y casa,
movidas de por medio, actitudes chungas con lxs vecinxs, vimos
batallas y enemigxs donde no lxs había, todavía recuerdo tu enfado
rompiendo el palo contra la pared porque yo me puse a llorar por la
presión de nuestra situación, tu golpe y to rabia no ayudaron nada,
tu violencia no conseguía solucionar nada. Parecíamos haber formado
un buen equipo, nos juntamos con gente que creímos afín, nos unimos
todxs contra el mundo.
En nuestra última casa
empezó nuestro final, algo en tu plan se volvió del revés, compas
feministas entraron en nuestro hogar y empezaron a ver lo que yo
quería negar todo el rato. En esos años de vivir allí nuestra
relación parecía abrirse de verdad, salir con otra gente con la que
relacionarnos sexualmente, pero mi osadía de querer volar sin tu
cadena me costó caro. Los chantajes emocionales se hicieron muy
evidentes, no parabas de compararte con la nueva persona que apareció
en mi mundo, de decirme: “con X pasas más tiempo, seguro que con X
si que follas o follas más, es que ya no te pongo? Se te ve muy
ilusionada con X, nosotrxs ya no hacemos cosas de gente que se quiere
mucho, ya no vamos al cine, desde que llegó X a tu vida ya no
hacemos tantas cosas juntxs ni prestas tanta anteción...”. Esta
época coincide con una ruptura sentimental entre tu y otra persona,
ante esto aludes a una profunda depresión de la cual yo debo
librarte, a pesar de que tu habías pasado de mi cara desde que
estabas con ella. Era como: “yo puedo estar con quien me de la gana
y estar bien, pasar de tu cara, de tus necesidades y de tus movidas;
eso sí, ahora que yo estoy hecho mierda por la ruptura, tu no puedes
estar bien con nadie, debes quedarte en casa y deprimirte conmigo”.
En este instante le doy las gracias a esas personas que viviendo
conmigo intentaron ayudarme a ver la viga en mi ojo que no quería
sacarme, que los años hacían cada vez más grande, aunque sea
después de meses vuestras palabras refuerzan mi sentir y me alivian,
sé que no estoy loca, vosotras lo visteis, lo escribisteis, lo
hablasteis y permanecen en mi mente, me calman.
De verdad tengo que hacer
memoria? De verdad tengo que contarte lo hiciste? De verdad tienes la
cara tan dura de decir que no te acuerdas, o que es agua pasada o que
te arrepientes muchísimo? Hipócrita asqueroso, todavía recuerdo el
inicio de nuestra relación donde el amor libre te parecía la
hostia, claro porque eras tú el que estaba con varias a la vez. Yo
ni si quiera follé con nadie más hasta años después, las pocas
veces en que conectaba con alguien (no necesariamente con fines
sexuales) tú aparecías como por arte de magia para cortarme el
rollo. Todavía recuerdo tu ataque de celos cuando hice buenas migas
con un chaval camino del II Encuentro del Libro anarquista de
Salamanca, no pudiste aguantarte, no pudiste contarselo a tu almohada
o a un colega, tuviste que fastidiarme la noche y las siguientes
semanas también. Me pusiste carita de pena, me dijiste que te
volvías a Madrid, que no sabrías si seguirías con tu vida, que ya
no tenía sentido seguir vivo, que te sentías desplazado, que te yo
te había abandonado, pues ahora MUÉRETE, ya me fastidiaste
bastante, al final accedí a tu chantaje emocional y me fui contigo,
pensé que quedarme y pasarmelo bien era egoista, buf, que odio, TE
ODIO.