jueves, 19 de septiembre de 2013

Durmiendo con el enemigo (Parte I)

Cómo empezar una historia que ha durado 5 años, cómo empezar a reconocer una mentira sostenida por tanto tiempo, cómo asimilar que los buenos momentos ya no pueden tapar los malos, cómo reconocer y reconocerme como una persona maltratada psicológicamente sin que el mundo se me venga encima, cómo reconcerlo sin ser juzgada y criticada, cómo salir de esta sin machacarme ni sentirme culpable, cómo voy a poder verbalizar que una de las personas que más quería se ha convertido en una de las pocas personas a las que odio, cómo mirar hacia atrás para aprender y poder sacarme las espinas que se quedaron por el camino.

Capullo, pedazo de mierda, manipulador, asqueroso, comeollas, lavacerebros, agresor, maltratador, escoria, basuro, despojo, deshecho, te odio, te odio con todas mis fuerzas, pero ese odio no me va a consumir, ese odio me está haciendo fuerte.


Podría enumerar todas las veces en las que me has hecho sentir una mierda, pero son tantas que seguro que no podría contarlas todas, aun así lo voy a intentar. Podríamos empezar por el principio, cuando X, tu yo estábamos juntxs, debí haberme dado cuenta entonces, a X la tratabas bastante mal pero tu decías que era mutuo, que ella era mala malísima y entocnes te creí, como tantas otras veces. Me dejé arrastrar por la pasión y por el enamoramiento, cegando mis convicciones feministas. También recuerdo tus jueguitos de llamarme zorra y puta, y el rollo de “te gusta zorra, eh?” mientras teníamos relaciones sexuales, que más tarde corté al darme cuenta de que me daba asco y recuerdo tu cara de flipe de cómo no te va a gustar si antes te encantaba, pues nunca me gustó pedazo de capullo. Nuestra relación empezó como una relación abierta, que era lo que yo quería, pero tú no, tú solo querías usar eso para tu propio beneficio, pero al ver que no ligabas empezaste a cerrar la relación de manera sutil. En realidad te fue bastante fácil, nos expulsaron del espacio donde vivíamos, nos peleamos con todo el mundo y eso sirvió para creernos que éramos un equipo (lxs dos solxs contra el mundo). Corté relaciones, algunas están bien donde se quedaron, otras las recupero después de haberlas echado de menos.

Nos vinimos a vivir a mi ciudad, donde tú no conocías a nadie, eso era perfecto, porque entonces yo era la única persona que tenías y podías aferrarte a eso para absorberme y no soltarme, siempre se te dio bien hacerte la víctima y decir que todxs te odian con tal de refugiarte en mí, te aprovechaste de mi apoyo incondicional al que más tarde renunciaría y que me reclamaste como si formara parte de un contrato. En esos primeros momentos vivíamos nerviosxs, o yo por lo menos, que te persigan y ataquen lxs nazis puede crear paranoia, y yo la tenía, veía nazis por todas partes, cualquier tío calvo era un nazi. Pude superarlo, pero desde luego no gracias a ti, que no parabas de reirte de mi y de ridiculizar mis miedos, haciéndote el valiente y el muy macho. Yo no tenía que preocuparme por nada, tú estabas allí para protegerme y ser el macho alfa, gracias por enfrentarte a mis problemas por mí, así nunca tendré que afrontarlos sola. Más tarde vinieron tus amores virtuales, por llamarlos de alguna manera, internet llegó a nuestra casa y todas las noches te pillaba mirando porno o chateando de manera sexual; a mí me sentaba fatal, no tanto por celos sino por tu consumo compulsivo de cuerpos estereotipados a través de la red, no estoy en contra de los encuentros sexuales a través de internet pero sí del porno, además lo tuyo era a diario y te hacía descuidar nuestra relación, y no lo digo por el sexo, sino porque estabas más arisco, más rancio, y como te acostabas tan tarde luego no hacías nada por las mañanas. Empezamos a vivir con un chico muy majo con el que encontré buen filin, y, entonces no me daba cuenta, pero ahora todo cuadra, cuanto mejor me llevaba con él peor estabas tú, sin motivo aparente. De mi mejor amiga en esa época también tenías celos, no lo niegues, tu acercamiento a ella y tu intento de meterte en medio de nuestra relación me parece sucio y asqueroso.

Esa etapa acabó de forma desastrosa, en este caso no era por ti, había enemigxs más grandes a lxs que enfrentarse, y a ti eso te encantaba, mientras perdía mi tiempo en la guerra no podía ver mi “pequeña” batalla contra ti. Nos cambiamos de barrio, de casa, de amigxs, nuestro círculo cambió, todo parecía ir bien. Intentaste acoplarte en todos mis círculos, hasta con mis compas del grupo de mujeres. Tu violencia sutil ya estaba instaurada y yo no era capaz de verla, quizás hubo unos meses de tregua, menos intensa, pero lo veo claro, era parte de la estrategia (“te trato mal, te chantajeo, y ahora que te das cuenta de algo suelto un poco la cuerda y te pido perdón, ya volveré a hacerlo más tarde cuando tengas la guardia baja”). La presión sobre mí volvió cuando nos quedamos sin casa, estuvimos en el limbo uno o dos meses hasta encontrar un nuevo hogar que durara y que sería el último que compartieramos para siempre. Entre casa y casa, movidas de por medio, actitudes chungas con lxs vecinxs, vimos batallas y enemigxs donde no lxs había, todavía recuerdo tu enfado rompiendo el palo contra la pared porque yo me puse a llorar por la presión de nuestra situación, tu golpe y to rabia no ayudaron nada, tu violencia no conseguía solucionar nada. Parecíamos haber formado un buen equipo, nos juntamos con gente que creímos afín, nos unimos todxs contra el mundo.

En nuestra última casa empezó nuestro final, algo en tu plan se volvió del revés, compas feministas entraron en nuestro hogar y empezaron a ver lo que yo quería negar todo el rato. En esos años de vivir allí nuestra relación parecía abrirse de verdad, salir con otra gente con la que relacionarnos sexualmente, pero mi osadía de querer volar sin tu cadena me costó caro. Los chantajes emocionales se hicieron muy evidentes, no parabas de compararte con la nueva persona que apareció en mi mundo, de decirme: “con X pasas más tiempo, seguro que con X si que follas o follas más, es que ya no te pongo? Se te ve muy ilusionada con X, nosotrxs ya no hacemos cosas de gente que se quiere mucho, ya no vamos al cine, desde que llegó X a tu vida ya no hacemos tantas cosas juntxs ni prestas tanta anteción...”. Esta época coincide con una ruptura sentimental entre tu y otra persona, ante esto aludes a una profunda depresión de la cual yo debo librarte, a pesar de que tu habías pasado de mi cara desde que estabas con ella. Era como: “yo puedo estar con quien me de la gana y estar bien, pasar de tu cara, de tus necesidades y de tus movidas; eso sí, ahora que yo estoy hecho mierda por la ruptura, tu no puedes estar bien con nadie, debes quedarte en casa y deprimirte conmigo”. En este instante le doy las gracias a esas personas que viviendo conmigo intentaron ayudarme a ver la viga en mi ojo que no quería sacarme, que los años hacían cada vez más grande, aunque sea después de meses vuestras palabras refuerzan mi sentir y me alivian, sé que no estoy loca, vosotras lo visteis, lo escribisteis, lo hablasteis y permanecen en mi mente, me calman.

De verdad tengo que hacer memoria? De verdad tengo que contarte lo hiciste? De verdad tienes la cara tan dura de decir que no te acuerdas, o que es agua pasada o que te arrepientes muchísimo? Hipócrita asqueroso, todavía recuerdo el inicio de nuestra relación donde el amor libre te parecía la hostia, claro porque eras tú el que estaba con varias a la vez. Yo ni si quiera follé con nadie más hasta años después, las pocas veces en que conectaba con alguien (no necesariamente con fines sexuales) tú aparecías como por arte de magia para cortarme el rollo. Todavía recuerdo tu ataque de celos cuando hice buenas migas con un chaval camino del II Encuentro del Libro anarquista de Salamanca, no pudiste aguantarte, no pudiste contarselo a tu almohada o a un colega, tuviste que fastidiarme la noche y las siguientes semanas también. Me pusiste carita de pena, me dijiste que te volvías a Madrid, que no sabrías si seguirías con tu vida, que ya no tenía sentido seguir vivo, que te sentías desplazado, que te yo te había abandonado, pues ahora MUÉRETE, ya me fastidiaste bastante, al final accedí a tu chantaje emocional y me fui contigo, pensé que quedarme y pasarmelo bien era egoista, buf, que odio, TE ODIO.