sábado, 9 de marzo de 2013

Estamos en continuo movimiento

Desde hace unos diez días mi percepción de la realidad está cambiando a pasos de gigante. Siento una gran conexión conmigo misma: sé que es lo que quiero y lo persigo con más fuerza que nunca, pero no sólo lo persigo sino que lo toco, lo rozo y, en ocasiones, lo alcanzo. Pero sobretodo os siento a vosotrxs, no tengo que conoceros para saber que estáis ahí, que nos vemos en los sueños, que volamos juntxs hacia un nuevo mundo, sé que lo estamos consiguiendo, veo el cambio en vosotrxs, sois vosotrxs quienes construís este presente, sois quienes sostendreis el futuro.


No puedo, y no debo, dejar de moverme, de cambiar, de estar de un lado a otro. Los caminos que he ido construyendo me han llevado a conocer a muchas personas, gente maravillosa, gente que ya no está en mi vida, gente que pasó dejando huella. No quiero ponerme triste, asumo que no soy siempre la misma y que la gente que me acompañaba hace 10 años en mi vida no tiene por qué caminar de mi mano. Ya no estamos juntxs en esto, pero fue bonito e intenso, cuento con que alguna tarde nos crucemos por la calle, la fuerza del destino, y así podamos sentarnos un rato hablar recordando lo bien que lo pasábamos, pero sin prometernos que volveremos a vernos ni a quedar como antes, promesas vacías que quedan en la nada. Acepto que crecer implica perderos a algunxs, pero significa encontrarme con otrxs, y sobretodo significa encontrarme conmigo misma. Podría engañaros para seguir juntxs, para atraparos, podría ponerme una máscara frente al mundo para no tener que enfrentarme a la soledad y cubrir las carencias asumir la dependencia que nos crea este sistema, pero cuando estoy a solas en la oscuridad de mi cuarto no puedo mentirme a mí, en el silencio de la noche solo estoy yo. Hace tiempo que decidí arrancarme el disfraz y ser yo misma, frente a vosotrxs, frente al mundo, frente al espejo.

Si hay algo que marca mi camino en este momento es la incertidumbre, la continua cuerda floja de no saber que va a pasar con mi vida. Al principio la temía, quería mi seguridad, mi falsa seguridad, un sitio estable donde vivir, estudiar en un lugar estable con las mismas personas, tener relaciones estables, creyendo en un mundo estable. Pero si algo he descubierto de ese mundo estable es que es aburrido y su aparente tranquilidad es falsa, decidí prender fuego a la palabra estable dentro de mi mente, que arde junto a la palabra amor, para así no tejer relaciones verticales, ni crear expectativas, ni atar a las personas, ni dejar que me aten ni me atrapen, ahora quiero volar libre. Decidí romper con lo establecido en mil pedazos y no volver a recomponerlos nunca más. Vivo sin saber si mañana seguiré con vida, igual que cualquiera, pero yo lo digo, me lo repito para no quedarme inmóvil viendo mi vida pasar.


Me despierto con una sensación de vértigo, me levanto y miro mi reflejo, miro mis heridas de guerra y contemplo que continúo en la batalla, sigo viva, sigo en continuo movimiento.

Al escuchar tu nombre...



Me levanto con el corazón acelerado, otra pesadilla, otro sueño intenso, real, tan real como el cuchillo que se clavaba en mi garganta impidiéndome gritar, es inútil intentar despertar. Ahora solo quiero cerrar mis ojos volver al sueño o a la pesadilla, el nombre da igual, quiero controlarlo, verte allí, sé que volveremos a hablar, sé que me da miedo, sé que sabía que este momento llegaría, pero el saberlo no le quita su componente emocional. Te escucho, escucho tu nombre, un escalofrío recorre mi cuerpo, debe ser una broma, no te había visto, no podía ser, me pongo nerviosa, intento asimilarlo, no quiero irme, tampoco quedarme, me paralizo, el miedo me ha dejado inmóvil. Me río, la risa nerviosa se apodera de mí, te miro de reojo, casi no te veo, te escondes, te siento, te vuelvo a mirar, sé que me has visto, sé que a ti también te mueve, no sé que sientes, pero lo sientes, lo noto, nos conocemos demasiado bien. El silencio, después lloro, observo a mi alrededor, somos demasiado parecidas, tú también has llorado, tus ojos te delatan, me voy, me escondo, lloro más, lloro para no pensar, lloro para no ser, lloro para no estar, lloro para escapar, lloro por el pasado, lloro por este instante en el que comprendo que nada será igual, lloro porque sin que pasara nada todo pasó, todo se acabó. Vuelvo y sigues ahí, cada una busca su refugio, su isla de calma, su círculo de confianza donde ser comprendida sin ser juzgada, en el pasado hubiéramos estado las dos juntas, compartiendo risas, abrazos y llantos. Estás cerca, te siento, aunque sea lejos, siento que te escapas, que contigo se esfuman una de las etapas más intensas de mi vida, sólo quedan las fotos, las cartas rotas, las dedicatorias, los intentos por recordar, las risas, los debates, las escapadas, los viajes, el feminismo, el veganismo... Hecho de menos caminar con tu mano al lado, juntas la vida era intensa, eso no volverá, no pasa nada, respiro, me calmo, te veo sonreír y sé que el futuro es nuestro aunque en nuestros caminos no se crucen nuestras palabras.

Es tan blandito...